Viajé cada jueves de la semana al corazón del campo chileno para dictar este taller. Escritores, bibliotecarios, gestores culturales se reunían en una sala de escuela rural con el propósito de intercambiar experiencias y desarrollar iniciativas para Lolol.
Agradecida de Carla Alexi Godoy, encargada de área, quien me alojó en su casa, y de mis alumnos con los que publicamos una primera edición del informativo cultural lololino.
Me quedará por siempre el recuerdo del despertar mirando los campos de maíz, las churrascas cocidas en brasero afuera de la municipalidad, el trato gentil de sus habitantes y el atardecer, silencio de grillos que cantaban hasta avanzada la noche.
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